Proclama Uruguay Fetish 2024
A casi 25 años de entrado el siglo 21, aún estamos frente a una sociedad que no habla de sexo, aquellos que vivimos la sexualidad de forma alternativa y disidente continuamos invisibilizados como colectivo, ridiculizados por la sociedad y viendo que los medios de comunicación, los referentes políticos y sociales desinforman utilizando como fuente de conocimiento la ficción en vez de darnos voz a quienes realmente amamos y vivimos no conforme con la norma.
Las prácticas de sexualidad alternativa de la cual hay registros que datan desde los inicios de la civilización, siguen siendo tratadas por la mayoría de la sociedad como patológicas, aunque no lo sean, siguen siendo tema de burla y herramienta de bullying, forzándonos a no poder expresarnos por miedo a las represalias y viviéndolas en un marco de discriminación y violencia que parecen ser socialmente aceptadas.
Siendo 2024, aquellos que practicamos la sexualidad de forma diferente seguimos sufriendo el prejuicio de que somos personas malvivientes, desviadas, enfermas, violentas, abusadoras, pedófilas, de que no tenemos control y que somos improductivas para la sociedad, siendo esto nada más alejado de la realidad.
Demandamos recibir un trato justo de la sociedad, poder vivir libres de prejuicios, que en todos los ámbitos de la vida se nos reconozca por nuestras capacidades, por nuestros talentos, y nuestros aportes, más allá de lo que preferimos en nuestra forma de vivir la sexualidad y los vínculos sexo afectivos.
Demandamos la posibilidad de sostener un trabajo y que no se nos obligue o cohesione a ocultar o abandonar nuestra identidad sexual, ni nuestra forma de expresión de los vínculos sexoafectivos.
Demandamos contar con la seguridad de poder asistir o vincularnos con nuestros pares en eventos sociales sin temer ser denunciados públicamente y perder nuestros trabajos.
A nivel laboral hoy no somos amparados legalmente, en lo público y lo privado otras personas se saben habilitadas para discriminarnos por nuestra identidad y forma de vivir la sexualidad.
En el ámbito público, el código de conducta moral es utilizado como herramienta de persecución y amedrentamiento para aquellos que viven la sexualidad y los vínculos de forma diferente.
En el ámbito privado la ley nos ampara frente a la discriminación por género u orientación sexual, pero no por las prácticas disidentes o no tradicionales que las personas adultas de forma consensuada realizan, y esto es usado como forma de discriminación, para obligarnos a portar una máscara para que no nos vean, para despedirnos o amenazarnos con la pérdida del trabajo, bajo la bandera de que al vivir así nuestra vida privada, “no compartimos los valores de la empresa”.
Por esto mismo es que planteamos la necesidad de ser escuchados e incluir en las legislaciones sobre discriminación existentes, no solo al genero y las orientaciones sexuales, sino a las practicas sexuales entre adultos que consienten. Tenemos derecho a vivir plenamente nuestras vidas, sin temor y sin escondernos.
¡LA LIBERTAD SEXUAL ES UN DERECHO!